Ella pensó que había reservado con un profesional, pero quien aparece es
Hulk, un hombre imponente, tatuado y con mirada peligrosa. No tiene título, pero sí manos expertas… y otras intenciones. Finge ser masajista, pero cada caricia va más allá de lo permitido. Ella lo intuye, pero no detiene nada. Entre suspiros y gemidos, la farsa se convierte en el mejor error que ha cometido.