Fuimos al cine como cualquier pareja. Las luces se apagaron, la película comenzó… pero la verdadera historia se desarrolló en la penumbra de nuestros asientos. Entre susurros, caricias sutiles y miradas cargadas de deseo, la noche tomó un rumbo que no esperábamos. Lo que comenzó como una cita inocente se convirtió en una experiencia inolvidable, donde el deseo encontró su momento justo.