Mi vecino siempre me tiraba los perros con indirectas, pero se hacía el penoso. Hoy por fin se animó. Tocó la puerta con nervios y voz bajita, pero con esa mirada de “quiero verga ya”. Le dije que pasara… no tardó ni cinco minutos en bajarse el pantalón y chuparme la polla
Se notaba que traía hambre de verga ?. Lo acostamos entre los dos y lo pusimos de varias maneras, boca abajo, culo paradito, temblando, patas arriba. Le abrimos ese culito con nuestros dedos primero ??, lo preparamos rico, mientras él gemía y se retorcía solito.
Cuando le metí la punta, soltó un gritito suave… ese culito estaba virgen de dos a la vez, apretadito, caliente, tragando verga como si lo necesitara pa’ vivir ?
Sentí cómo me lo apretaba, cómo se le abría poquito a poquito con cada embestida. Mientras el le daba, yo se lo metía en la boca… o se la restregaba en la cara. No dejó de gemir, ni de pedirme más.
“Usenme, hagan lo que quieran”, nos decía mientras lo teníamos hecho una funda